Piense
en el concepto de madre, no en su madre, ni en la mejor o peor madre del mundo
si no en lo que significa y lo que asociamos con el concepto de ser “madre”.
Puede que vengan a la cabeza ideas como: amor incondicional, abnegación, dedicación,
ternura, cobijo, renuncia, satisfacción, plenitud, realización personal, vida,
entrega, estar siempre ahí, lealtad, sumisión, etc. Un sinfín de palabras
relacionadas con dar todo por alguien.
Ese es el concepto con el que nos hemos educado.
La madre es esa persona incondicional que nunca le va a fallar. Esa persona
capaz de renunciar a todo para que usted esté bien, la que espera con
paciencia, la que siempre tiene una palabra de apoyo para animar o la que le
presta su hombro para que llore cuando lo necesite. Este juicio de madre viene
de cuando las mujeres se educaban en no tener más ambición que ser buenas
esposas, mujeres, educadoras y transmisoras de valores; cuando solo se
dedicaban a cuidar y organizar el hogar, coser, hacer coletas, quitar piojos,
guisar, limpiar o dirigir a la que limpiaba en casa. Había excepciones, por
supuesto, como Marie Curie, física, matemática, química, madre de dos hijas y
galardonada con dos premios Nobel, pero no era la regla general.
Pero los tiempos han cambiado, ya no basta con
tener hijos impecables, buenos estudiantes y educados, triunfar hoy día para la
mujer implica ser buena madre, una brillante profesional; conseguir tener un
grupo de amigas; aprender a ser independiente a nivel emocional y económico;
tener su parcela para leer, hacer ejercicio y practicar aficiones; tener al
lado a un hombre que valore su esfuerzo, su trabajo, le quiera tal y como es,
sea cariñoso y comprensivo, y sepa compaginar con usted las tareas domésticas y
la educación de los hijos.
Sin embargo dentro de todos estos roles que
desempeñan día a día hay muchas que se consideran “malas madres” por no cumplir
las expectativas con las que impone la sociedad. No debe sentirse culpable por
compaginar su maternidad con su labor profesional, por dedicar tiempo a salir a
correr o querer leer un libro a solas en el sillón. Sus hijos serán más felices
si su madre se siente satisfecha, plena y profesionalmente realizada.
Estas 5 ideas pueden ayudarle en el camino:
*Proteja a sus hijos con consejos, si usted los guía, los educa con valores, con
argumentos, poniendo límites, mostrándoles lo que está bien y lo que está mal
le ayudara en su tarea. Sin embargo debe dejar que ellos tomen decisiones, se
caigan y se levanten. No los sobreproteja. Usted no será mejor madre si les
quita los peligros de en medio. Esos estarán ahí este usted o no lo esté, solo muéstreles
cómo lidiar con ellos. No se sienta responsable de sus fracasos, tienen que
cometer errores, hacerse responsables de ellos y lidiar con la frustración que
les provoquen. Muchas madres tratan de lidiar con la frustración de sus hijos,
les limpian la habitación, hacen sus tareas, y con ello educan la
irresponsabilidad, y el no asumir las consecuencias de ser despistados, poco
organizados y perezosos. No se preocupe el tiene que aprender.
*No trate
de compensar el tiempo que
no puede pasar con ellos comprándoles cosas. No tiene nada que compensar, usted
también es persona y tener actividades forma parte de la plenitud de una.
Cuando usted este con ellos dedique tiempo de calidad; comuníquese, escuche, no
esté en el teléfono mientras él juega, este comiendo o ve una película con
ellos, disfrute plenamente el tiempo con ellos. Eso es lo que ellos valoran. Si
el tiempo que pasa con sus hijos está pensando en que tiene correos pendientes
de contestar y cuando está en el trabajo piensa que no es buena madre por no
poder dedicarles más tiempo a los niños, nunca estará realmente en ninguno de
los dos sitios.
*Haga
respetar su tiempo. No es mala madre por tener tiempo para usted. Si educamos a los hijos estando siempre
disponibles cada vez que nos busquen, entenderán que ellos merecen siempre
nuestra atención y sus necesidades se convertirán en exigencias. Incúlqueles la
paciencia, saber esperar, que existen otras personas que también demandan
nuestra atención.
*No renuncie a una cena romántica, a un paseo con su amor o a estar momentos a solas con su
marido o con amigos. Es muy frecuente ver cómo parejas que tienen hijos
terminan durmiendo con ellos en la cama, haciendo todo absolutamente con los
niños. La complicidad de la pareja termina por desaparecer, incluso el
romanticismo. Son parejas que entienden que sus retoños se lo merecen todo y
que ser padres es abnegación. Pero el tiempo es cuestión de matemáticas: si
dedica 24 horas a los hijos, le quedan cero para estar a solas, hablar de temas
de mayores, ver
películas que no sean dibujos animados y besarse con pasión. Busque un día a la
semana para dedicárselo a su pareja y desconecte de biberones, pañales, deberes
o momentos adolescentes.
*Recuerde valorarse, no solo por la relación que mantiene con sus hijos. Usted
tiene valor por muchas otras cosas. Es grande, brillante, imperfecta, graciosa,
cariñosa, organizada, lectora, buena amiga, paciente y muchas otras virtudes
que pueden tener que ver o no con la idea de ser madre.
Recuerde
que no todo lo que les sucede a sus hijos es responsabilidad de usted. No se
sienta mal si el niño tiene problemas con la profesora, o algún problema con un
compañerito, si es malo en algún deporte. Muéstrele y enséñele a pedir perdón,
a resolver sus problemas, a reflexionar pero no se responsabilice de todo lo
que hace o dice su hijo. Recuerde que ellos son el reflejo de los padres y no
hay nada mejor que el ejemplo, sin embargo no sienta toda la culpa sobre sus
hombros recuerde que también la televisión,
quienes los rodean, el colegio, lo que leen, y todas las fuentes de información
a las que están expuestos influyen en su actuar. Genere confianza en ellos para
que sus hijos hablen de todo con usted.
Original.
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